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Sacerdote mayor o papa, Petamuti.
Función principal: Juzgar a los delincuentes, encargado de la leña del dios del fuego, realizar ceremonias.
Categoría general: Sacerdotes.

El saceredote mayor o petamuti era el principal sacerdote, el que estaba sobre todos los demás sacerdotes. Era, entre otras cosas, el encargado "de la leña de los fogones del dios del fuego" (f. 110 v). Una de sus funciones principales era hacer la justicia general en la fiesta llamada Equata consquaro en nombre y por mandato del cazonci. El petamuti llegaba con gran ceremonia al patio acompañado por los señores, caciques y oficiales del cazonci, y sentado en una "silleta" oía durante veinte días, desde la mañana hasta mediodía, las causas que se le presentaban. Los querellados le presentaban distintas pruebas en contra del acusado, dependiendo del delito cometido, y con base en ellas el petamuti consideraba si éste era cupable o no. Si el malhechor había cometido el delito menos de cuatro veces lo perdonaba y lo entregaba a sus parientes, pero si incurría en el delito por cuarta vez lo condenaba a muerte. Como parte de la ceremonia en que se hacía justicia, el petamuti contaba la historia de los antepasados del cazonci, la cual está contenida en los capítulos 2 a 34 de la segunda parte de la Relación. También otros sacerdotes "menores" (probablemente de los llamados curitiecha), envíados por el propio petamuti, contaban la historia por los pueblos. Al terminar la historia, el petamuti dirigía un largo sermón a la gente que estaba reunida en el patio y después mandaba ejecutar las sentencias. A algunos los mandaba matar y a otros los mandaba encarcelar para que fueran sacrificados después en la fiesta de Cuingo. El razonamiento que hacía el petamuti consistía básicamente en un recordatorio de las promesas que la gente de los pueblos conquistados había hecho a cambio de no ser sacrificada (hacer sementeras, llevar leña para los templos y ayudar en las batallas) y que no habían cumplido, razón por la cual se hacía la justicia. Especialmente parecía dirigirse a los caciques a quienes les recordaba la vida ejemplar de Hiripan, Tangaxoan e Hiquingaje, comparándola con el exceso de lujos y de buena vida que ahora ellos se daban, y haciéndoles notar el inclumpimiento de sus promesas y su ingratitud. Terminada la justicia general, el petamuti iba a la casa del cazonci quien salía a recibirlo y le daba las gracias. Después de hacer la salva a los dioses, el cazonci ofrecía una comida al petamuti y a la gente que lo acompañaba. Aunque algunos casos, en especial los más graves pero no únicamente, los juzgaba el cazonci, parece ser que siempre se presentaban primero al petamuti y éste los turnaba al cazonci. El petamuti también era el juez en las causas matrimoniales. Ante él se presentaban los que deseaban deshacer su matrimonio, el petamuti los amonestaban para que permanecieran unidos pero si se presentaban más de tres veces permitía la separación. También resolvía los casos de adulterio y otros, como los casos de segundos matrimonios, abandono, maltrato, etcétera.

El petamuti también era la figura principal en la ceremonia de "alzamiento" de un nuevo cazonci. Cinco días después de la elección, el petamuti iba a la casa del cazonci electo acompañado por los señores y caciques y, después de saludarse, le decía: "señor, por ti venimos para que entres en la casa de tu padre". Luego, el petamuti encabezaba la procesión que llevaba al cazonci al patio donde lo esperaba la gente y entonces les dirigía un sermón o razonamiento mediante el cual demandaba a la gente que ayudara y obedeciera al nuevo cazonci. Terminaba el discurso diciendo: "Ya habéis visto cómo nos queda rey, que yo le he metido en esta casa; id alegres y contentos a vuestros pueblos".

Cuando el cazonci elegía a un nuevo cacique, el sacerdote mayor (o el gobernador) le dirigía unas breves palabras recordándole, sobre todo, que no tomara las mujeres del cacique muerto. Por lo menos en ciertas ocasiones el petamuti era un intermediario entre la gente y el cazonci. Por ejemplo, cuando el curitiecha que había introducido en su señorío a un nuevo cacique volvía a la ciudad, se lo hacía saber primero al sacerdote mayor y éste a su vez se lo comunicaba al cazonci. También cuando a alguien se le aparecían los dioses en sueños, se lo contaban primero al petamuti y éste se lo decía al cazonci. Pero su intermediación también era en sentido contrario. La justicia la hacía en nombre del cazonci, el razonamiento que hacía al final eran palabras que el cazonci le había enviado decir, al igual que el sermón que pronunciaba cuando alzaban al cazonci nuevo.

Hay muchos indicios que hacen pensar que el petamuti era el principal de los sacerdotes llamados curitiecha. Como a ellos, le llamaban abuelo, y sus insignias eran las mismas: una calabaza engastonada de turquesas sobre su espalda, el símbolo de que tenía a la gente en cargo; un bordón o lanza con un pedernal en la punta que llevaba al hombro; una guirnalda de hilo (o de "trébol") en la cabeza; unas tenazas de oro en el cuello (colgando sobre el pecho); y un plumaje en el cabello trenzado. Por lo menos algunos señores eran también sacerdotes mayores como, al parecer, era el caso de Zurunban, señor de Tariaran. El petamuti era uno de los sacerdotes a los que llamaban cura o abuelo, el cargo era hereditario y se casaban.

El petamuti está representado en varias láminas. En la lámina 4 ocupa una buena parte del dibujo, es el único que está sólo y de pie, con casi todas las insignias que lo caracterizaban: el bordón, la guirnalda y la calabaza a la espalda. Lleva unas sandalias de color azul y un bezote en la barbilla.

En la lámina 14 va delante del cazonci electo. Además de los otros atavíos, en esta imagen se le ve el trenzado del pelo y no lleva sandalias.

En la lámina 15 lo vemos pronunciando el razonamiento durante la ceremonia de alzamiento del nuevo cazonci y en la 16 está oyendo a un sacrificador, quien probablemente le está contando uno de los sueños que se tomaron como augurios de la conquista española. En esta imagen sí lleva las tenazas de oro.

En la lámina 19 está haciendo la justicia general y se distingue de las demás imágenes porque lleva la manta negra llamada vcata tararenguequa que usaba en esta ceremonia.

Finalmente lo vemos en la lámina 41 frente a los caciques y gente congregada en el patio del cazonci, pronunciando el sermón o razonamiento final antes de mandar ejecutar las sentencias. Aunque aquí su túnica también es negra, los diseños en color son diferentes a los de la lámina 19. Curiosamente, en ninguna de las láminas se le representa como encargado de la leña para los fogones del dios del fuego, función que, por lo demás, en el texto sólo se menciona una vez.